2/4/09

Un lugar mágico


En este momento de mi vida me encuentro viviendo en Michoacán. Debo confesar que yo vine hace casi tres meses sólo para ayudar con la mudanza y me ha gustado tanto que ya le tengo cariño al lugar en donde vivo. Siempre es bueno salir de la monotonía de la Cuidad de México y probar cosas nuevas en provincia.
En este momento me encuentro en Uruapan, Michoacán. Si bien es cierto que Uruapan sólo tiene una cosa bonita (el parque), también es cierto que a sus alrededores hay paisajes que uno nunca se imaginaría ver en la vida. El domingo pasado tuve oportunidad de visitar un lugar llamado
Zirahuén (en purépecha Ts’irauani o Lugar de aguas profundas) y quedé maravillada con el lugar.
El pueblito no es nada fuera de lo ordinario: es un típico pueblo con casas de adobe, camino empedrado, paredes pintadas con los conciertos próximos... eso sí, muy tranquilo. Después de unos minutos andando en ese camino se llega a un enorme lago llamado simplemente Lago de Zirahuén (espejo de los dioses) y buscando un poco de información sobre este lugar me encontré con una leyenda muy bonita que dice lo siguiente:



"... A la llegada de los españoles a Michoacán, luego de la caída de Tenochtitlan, uno de los conquistadores se enamoró de Eréndira, la bella hija de Tangaxoán, rey de los purépechas; la raptó y la escondió en un hermoso valle rodeado de montañas; ahí, sentada sobre una enorme roca, la princesa lloró desconsolada, y sus lágrimas formaron un gran lago. Desesperada y para escapar de su raptor, se arrojó al lago, en el cual, por un extraño hechizo se convirtió en sirena. Desde entonces, por su belleza, al lago se le llamó Zirahuén, que en purépecha significa espejo de los dioses.


Dicen los lugareños que la sirena aún vaga por el lago, y no falta quien asegure haberla visto. Dicen que en las primeras horas de la madrugada surge del fondo para encantar a los hombres y ahogarlos; y la culpan de la muerte de muchos pescadores, cuyos cuerpos sólo es posible localizar después de varios días de haberse ahogado. Hasta hace poco tiempo existía al borde del lago una gran piedra con forma de asiento en la que, se dice, lloró Eréndira. La leyenda está tan arraigada en el ánimo de los lugareños, que hasta hay una pequeña miscelánea llamada "La Sirena de Zirahuén", y es, por supuesto, la más famosa del pueblo..."



Y ahora que lo pienso, ese lago sí es mágico; en cuanto te adentras en él vas olvidando todo y te viene una nueva vibra. De hecho se puede hacer un retiro espiritual ahí.

Para adentrarte en él se necesita un transporte... un paseo en lancha por la módica cantidad de 30 pesos. Durante hora y media se pueden observar los árboles, el agua azul, con un poco de suerte se escuchan los pájaros cantar... y uno se va adentrando en sus propios pensamientos. ¿Cómo es posible que el hombre no sea capaz de cuidar su propio entorno? Me dió lástima ver los cerros alrededor del lago, comienzan a mostrar los primeros signos del paso del hombre por ahí: casas, cerros ya sin árboles... En unos años este maravilloso lugar estará extinto.
La tranquilidad reina en este hermoso lugar.
La comida no pude probarla, excepto por los charales (que son pescados pequeños, en algunos casos los venden secos, y se comen con todo y la cabeza) empanizados y con bastante salsa. Unos charales demasiado frescos, aunque les falta un poco de sabor (a mi gusto) pero muy económicos -10 pesos un vaso-. Y no puedo dejar de mencionar que la gente no es muy amable que digamos.
Pero si alguien me preguntara si vale la pena visitar Zirahuén, sin duda respondería: ¡Sí! Y si puedes visitarlo antes de que los malos manejos, las personas avariciosas y la contaminación acaben con el lago, sería mucho mejor.
Zirahuén, un lugar mágico.

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